Son muchas las personas que se acercan a la AMDP para pedir datos, entrevistas o información. Son muchas las personas que están preparando su TFG o TFM y siempre que podemos, procuramos ofrecer datos, entrevistas y apoyar todo lo que sea estudios que ayuden a mejorar la situación de la mujer en el deporte.
Una de estas personas, ha sido Pep Alemany, policía de Palma en Mallorca. Nos interesó mucho su perspectiva como policía municipal y como criminólogo para poder proponer desde su mirada de la seguridad en la ciudades, cómo mejorar la sensación que tienen muchas mujeres de peligro cuando salen a entrenar por las calles.
Ha sido un trabajo largo y honesto, donde hemos puesto a su disposición muchas deportistas que han sufrido acoso, miedo o situaciones peligrosas con acosadores cuando estaban entrenando. A todas ellas, gracias.
Y a vosotras, os dejamos este estudio que creemos muy interesante para que las nuevas políticas municipales puedan resolver parte del problema. Para que las federaciones tengan en el punto de mira, la protección de sus deportistas y la educación de todas como sociedad. Son retos que deben de ser abordados con la mayor urgencia, no podemos sentirnos desprotegidas o en situaciones que sean peligrosas. Aquí os dejamos un resumen de las conclusiones y por supuesto, todo el estudio para que podamos hacer uso de el. Gracias Pep.
La educación es el remedio casi único para la solución sobre la discriminación del género femenino provocada casi en su totalidad parte del género masculino, que simbolizaremos en la falta absoluta de rubor que mirar las partes íntimas de una mujer en medio de la calle. Esto no sólo no tiene consecuencia alguna, sino que la pasividad social reconoce y legitima la posición dominante de un género sobre otro como algo natural, como si fueran dos especies distintas, una supeditada a la voluntad del otra.
Los corredores o zonas seguras son una solución siempre y cuando sean sólo una parte de un todo, que debería llegar de la forma más objetiva posible a todas las personas, con un mensaje el menos politizado posible y que esté consensuado con una visión de futuro a largo plazo. Y es que no estamos hablando (por ejemplo) de reciclaje (también importante) que se ha ido arraigando en nuestra sociedad a partir de nuestros hijos y gracias en gran parte a la educación en las escuelas. Esto es un problema que transforma un hijo de una mujer en un acosador, por la cultura y educación que se le transmite.
Las mujeres pueden dar un paso más de las numerosas ya dadas, compartiendo ideas, trabajos como el presente, incitando conversaciones sobre la igualdad y por supuesto, persuadiendo a su entorno de que falta perspectiva de género en gran parte de nuestra sociedad, pero el problema capital que tenemos es otro y es desbordante: el asedio del género masculino no se limita sólo a las actitudes exteriorizadas de forma manifiesta (que también), sino que está incrustado en el pensamiento de todos, también en el de las mujeres, resignadas a aceptar al
hombre como un ser de naturaleza incambiable, lo que lo incrementa
exponencialmente.
Los guardianes criminológicos tangibles (penas, multas, reprobación social, etc.) sólo corrigen parte de las actitudes visibles y puntuales y no están ganando la batalla sobre las actitudes continuas y sutiles, que son las más numerosas y constantes, hecho demostrado en las entrevistas que se han hecho. Gran parte de ellas han sido afectadas por el problema, y no pocas veces, a lo largo de toda su vida.
Por lo tanto, se debe trabajar con las personas para conseguir que las mujeres puedan hacer algo tan simple y saludable como el deporte, con la misma tranquilidad que cualquier hombre lo puede hacer, sin que tengan que buscar elementos de defensa como la compañía, los sprays defensivos, las artes marciales, silbidos, o el huir corriendo para evitar que pongan las manos encima de ellas para satisfacer estímulos sexuales del agresor o que les hablen de las partes corporales, hecho que estimula sexualmente al acosador. No les importa y tienen derecho a que no les pase.
La visión masculina del autor del trabajo que se trata de reflejar aquí no es más que una gota de agua en una deseable suma de hombres (sobre todo), a quienes se debe hacer partícipes, sensibilizándolos para mejorar y aumentar exponencialmente las acciones, a poder ser, en poco tiempo. Por ello, no hay que esconderse en ningún momento que uno de los objetivos principales es el de hacer una proyección social del trabajo, ya sea a través de entes del sector público y/o asociaciones de diversa índole que puedan estar relacionadas con el objeto de este estudio y, principalmente y como primer paso importante, a través de la presentación del trabajo en el entorno universitario.
Por lo tanto, debe quedar claro desde el primer momento que el objetivo es dar visibilidad de lo que se trata aquí, porque esto es cosa de todos, no sólo de ellas.
AQUÍ PUEDES DESCARGARTE EL ESTUDIO EL MIEDO DE ELLAS