Aquí tenéis un artículo de una de nuestras asociadas, la deportista Izaro Antxía.
Mujer transexual y con la que tenemos muchas discusiones honestas y desde la búsqueda de ese espacio común donde colocar todos los desafíos y obstáculos dentro del deporte con personas transexuales.
Valiente y honesta en este artículo de Píkara Magacine.
Creo que, con mayor o menor intensidad, llevo haciendo deporte desde que tengo uso de razón: en la escuela, en la campa, en el campo, en carreteras, en el mar y en la piscina. Siempre lo he considerado como un refugio, una necesidad vital, como quien tiene una adicción de la que no se puede deshacer. En mi caso, es una adicción sana, siempre con mesura y sentido común. Me han preguntado muchas veces qué significa el deporte para mí y siempre digo lo mismo: “Otras personas se dieron a la bebida, yo me di al deporte”.
Al principio, fue «fácil». Era «un chico» que hacía deporte en su pueblo y que quería jugar al fútbol en un equipo. Nada fuera de lo común. Luego, cuando tras décadas pude mostrar que no era «un chico que hacia deporte» sino una mujer deportista, empezaron los problemas. Empezaron a hablarme de «superioridad física» y aparecieron las leyes que me impedían hacer lo que me gustaba. Fue duro. ¿Cómo le puedes decir a un mundo basado en estereotipos que tú entrenas más que nadie para hacer lo que haces? Me gustaría explicar un poco lo que puede significar el deporte para una mujer transexual como soy yo. Una mujer que, además, practica deporte con licencia de hasta cuatro federaciones distintas: ciclismo, fútbol, atletismo y triatlón.