Todas estábamos esperando el gran día. Por fin, el día 20 de enero, tras meses de reivindicaciones, de reuniones y de huelga se firmaría en España el primer Convenio para las futbolistas. Un hito histórico que acabó por ser un fraude ya que, llegado el día, éste no fue finalmente firmado. La ilusión se convirtió en estupefacción y en una sensación de ninguneo difícil de explicar con palabras.
Las expectativas parecían haberse cumplido cuando, un día antes de la fecha prevista para la firma, la RFEF aceptó la propuesta de la Asociación de Clubes de Fútbol Femenino para posibilitar la firma. En realidad, esta “posibilitación” se trataba de dinero, a saber: 500.000 Euros anuales para los clubs de la Primera Iberdrola y 100.000 euros para los clubs del Reto Iberdrola.
Pero el día 20, nada ocurrió. La firma no llegó y lo que es peor: nadie les dio a las jugadoras al menos una mínima explicación, en una falta de educación y respeto intolerable, impropia de una país democrático y merecedora de exigir de una vez por todas la intervención decidida de las autoridades deportivas, teniendo en cuenta que, al menos, ya sí que tenemos un gobierno que podría comenzar a trabajar para darnos una Ley del Deporte acorde a los tiempos y a la Igualdad.
Aunque no hay una explicación oficial, tratándose de fútbol, no resulta extraño suponer que de nuevo se trata de dinero. ¿Qué otra cosa podría ser? Y de otra “manía” que tienen algunos actores del fútbol que entienden que las leyes que nos regulan a todos, no les regulan a ellos.
Parece ser que a última hora un escollo inesperado surgió de entre las profundidades de la avaricia más rancia del fútbol español. El Madrid y el Barça exigieron los derechos televisivos para retransmitir en sus canales de TV no sólo los partidos locales, sino los disputados fuera.
Según el reglamento correspondiente, esto no es posible, pero parece ser que es lo que se está reclamando e impide a las jugadoras tener unos mínimos derechos. Repito, mínimos. Algo que no se toleraría si habláramos de otros trabajadores y sectores.
La lectura positiva de ello es que ambos clubes deben tener la certeza de que el visionado de los partidos les hará ganar aún más dinero, es decir, se verán. Así que, Futbolistas, hay que darle el último empujón a todo esto. Una vez que tengamos el Convenio en la mano, podremos darle patadas más fuertes al balón. Ganar dinero y dejar esta vergonzosa precariedad en un mundo donde otros ganan mientras nosotras jugamos.
Todo esto, mientras esperamos que el nuevo ministro de Cultura, se acuerde de los deportes. Ya suenan tambores de cambio en el CSD y nos quedaremos sin mujeres al mando. (sic)