Estos JJOO son rarunos. Ver las gradas vacías no anima y entiendo que a todas las personas que compiten, se les tiene que hacer cuesta arriba no sentir esa grandiosidad del público desgañitándose. A los y las periodistas deportivas que cubren las pruebas desde pequeños estudios en una pantalla que retransmite la prueba, también.
En esta pandemia nos hemos acostumbrado a las reuniones virtuales. El teletrabajo, las clases on line… Entrenamientos personalizados a golpe de click o sesiones colectivas en espacios virtuales.
Nos hemos acostumbrado a no tocar. No oler. No sentir el comentario que hay detrás de una pantalla. Nos hemos quitado la vida colectiva de un plumazo. Yo con las mascarillas no reconozco a la gente por la calle. Así que un acontecimiento internacional como son los juegos, sin poder salir a hacer turismo. Sin conocer el país que te acoge. Sin poder salir de la villa o sin poder alternar con otras selecciones para intercambiar experiencias… no sabe igual.
Hemos cambiado esa emoción de la vida tangible, comestible y sorpresiva, por las siempre estupendas retransmisiones deportivas, mucha prensa y sobre todo la colección de memes y seguimientos de las redes sociales que también nos hacen reír o llorar.
Me gustan los JJOO porque vemos proezas magníficas. Las que nos demuestran que bajo el impresionante esfuerzo que es llegar hasta estos JJOO rarunos y a destiempo, cada día hay una lista de emociones que nos encoje el corazón. La sorpresa. La incredulidad de ver esas deportistas, atletas, gimnastas, corredoras, nadadoras, tiradoras… y sus homólogos masculinos. Con sus puntos, medallas, banderas de todos los colores que se pasean con lágrimas y emociones. Muchas declaraciones de celebración y de aceptación. Sabores amargos para esas descalificaciones. Opinólogos de todas las disciplinas que pululan por las redes atrincherados en un sofá sin más mérito que algunos cientos de likes y una atrevida ignorancia.
Menos mal que tenemos a Paloma del Río narrando la delicada grandeza del deporte con mayúsculas. Y qué legión de fans que tienes, querida. Me encantan las peticiones tan variopintas para que no te jubiles y sigas como la voz de los JJOO de París. Desde marcar la casilla de la declaración de la renta, hacer una campaña de charge.org, una colecta para pagarte la estancia en Paris…
Que sepas que suscribiré todas ellas y, sobre todo, para poder compartir unos JJOO de los de antes. De poder pasear por las calles, hablar con todo quisqui, sacar las anécdotas e ir más allá de esta pandemia y de los memes.
Los Juegos Olímpicos desde España tienen contigo toda una referente del deporte. No queremos quedarnos huérfanas de tu voz ni de tu sabiduría. Sabemos que tendrás grandes sucesoras. Y ya, no será lo mismo.
Así que queridísima Paloma. Jubílate con opción a seguir haciendo lo que te gusta. Y que podamos seguir disfrutando de tu compañía. Nos vemos en París. Te apuesto lo que quieras.