Sí. Confieso mi admiración por Nadal. Por su saque, su aguante. Su elegancia y su resistencia. Como deportista, me fascina. Ahora, como persona, pues tenemos nuestras claras desavenencias. No niego que hace un gran trabajo con la fundación y haber llevado el nombre de Mallorca por todo el planeta. Manacor no tiene mejor embajador. Ni como ser humano, cuando le ves, escoba en mano, limpiando las calles después de una fatal inundación. Todo eso me llena de orgullo. Otras cosas, no. Su poco compromiso con el feminismo y la igualdad de oportunidades. Cero patatero. Me eriza la espalda escuchar conversaciones donde se queja por pagar impuestos. Claro, pienso, como todos. Nos quejamos de pagar a Hacienda.
Pero es esa construcción de lo social la que pagamos con nuestros impuestos. La Sanidad, las carreteras, las instalaciones deportivas para toda la población. Yo estaría encantada de pagar millones en impuestos. Eso quiere decir que gano mucho. Muchísimo. Y lo tributo aquí. Como Nadal.
Y es esta construcción de lo social lo que ahora nos está salvando de caer en el abismo. Ser solidario con el resto y poder poner en marcha medidas que lleguen a cada hogar. Eso lo pagan los impuestos. Los que salen de las nóminas y los impuestos de personas autónomas. Aquí pagamos todos, o deberíamos. Porque algunos ya hemos visto que se escaquean.
Y ahora, ¿qué hacemos con estos dineros que hemos metido en la hucha común? Pagar. Presupuestamos y decidimos dónde van estos impuestos. Más allá de ponernos cada una con escoba a limpiar las calles, construimos un sistema que sea garante de todos estos servicios.
Y esperamos que se reparta equitativamente entre toda la ciudadanía, con políticas que cada partido define desde el gobierno. Algunos de estos impuestos, caen en las federaciones deportivas. Sí, ya se que les suena. Son las garantes de que el deporte debe llegar a todas y todos por igual. Y para eso, tenemos que tener mujeres en los órganos de dirección y en el reparto de los dineros. Empezamos a ver algunas federaciones que están incorporando por fin más mujeres, así que esperamos que se traduzca en más impulso para las mujeres. Pero también estamos viendo coletazos de esos caciquismos federativos, con alargamiento tedioso de las elecciones para renovar los órganos directivos. Mal. Triste. Y pequeño.
Nos merecemos esto. Estamos viviendo momentos muy duros en todo el planeta. Por eso, deberíamos apelar a nuestra generosidad como especie, al trabajo en equipo, a dejar espacio a las nuevas generaciones y a soltar lastres vetustos que no nos dejan avanzar y colocarnos en el siglo XXI.
Sueñen con fuerza, porque vamos a necesitar toda la experiencia y talento para salir de esta. Y sobre todo, empecemos a trabajar en equipo. Aunque sea pagando los impuestos que nos toca. Porque no hay derechos sin obligaciones.
Vivimos el peor y el mejor de los tiempos. El que tenemos y no podemos escapar. Pero lo qué sí podemos hacer, es dar lo mejor de nosotras mismas como personas. Y poder tener un destino donde el caos, la corrupción, el Covid, los abusos, el cambio climático sean parte del pasado que hemos superado. Y que Donald, solo sea un pato. Nos vemos en Manacor, Rafa.
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