La situación de pandemia que estamos viviendo en este tiempo nos ha dado un vuelco tanto a nuestro sistema sanitario, como al productivo; y, por supuesto, a nuestra forma de vida. Un vuelco del que exige el compromiso de todos, el arrimar el hombro para salir de aquí. Me gustaría hacer una reflexión en el ámbito en el que me muevo, una reflexión que debe ir por el sentido de la responsabilidad en el deporte, y teniendo en cuenta el hecho de que las competiciones no se han cancelado, sino suspendido.
Apelemos a ese sentido de la responsabilidad para que ese ERTE que parece haberse impuesto en el fútbol y otros deportes– por causa de fuerza mayor-, no sea el coladero que mutile un presupuesto público, que mantenemos entre todos los ciudadanos, y de ahí apelar a nuestra responsabilidad. Tiene que estar para las verdaderas prioridades.
Centremos, por tanto, la realidad a fecha de hoy, teniendo en cuenta que ahora más que nunca el momento presente juega el papel clave para evitar el desastre del momento futuro. Los datos nos dicen que no se ha producido la cancelación de las competiciones de la temporada 2019/2020, en la que están operando los distintos clubes deportivos, por lo que siguen participando de la misma las plantillas a fecha de hoy. A nadie se le escapa el dato de que estas competiciones han sido suspendidas temporalmente y previsiblemente se reanudarán a la finalización del estado de alarma declarado gubernativamente.
Por lo que resulta notorio que los/as futbolistas profesionales deben y han de mantener los niveles de entrenamiento imprescindibles para poder retomar la competición de manera adecuada, en el momento en que se retome la competición. Esto provoca la duda, más que razonable, de que el ERTE sea de fuerza mayor porque exonera al trabajador de trabajar.
Y más teniendo en cuenta que el entrenamiento forma parte del tiempo de trabajo efectivo de los deportistas profesionales, como expresamente reconoce el artículo 9 del RD 1006/1985, así como el convenio colectivo de aplicación a estas actividades.
A lo que hay que añadir que muchos clubes, ante la no cancelación de la competición, sus servicios médicos del equipo de fútbol han trasladado a las/os futbolistas pautas claras para la continuidad de los entrenamientos y preparación técnica en los domicilios de las/os trabajadoras/es durante el periodo de alarma. En la misma línea, los servicios técnicos remiten a las/os deportistas pautas alimenticias de obligado respeto, a fin de mantenimiento de los niveles de forma necesarios.
Por lo que parece evidente, que en la situación derivada del COVID-19 no afecta a la totalidad de las facetas en que se desenvuelve la actividad profesional de las/os futbolistas de la plantilla profesional del club, sino solamente al desarrollo de la competición y al entrenamiento presencial.
De hecho, la propia normativa indica que para la adopción de medidas suspensivas de contratos, es necesario acudir a soluciones de trabajo en el domicilio y eso es, precisamente, lo que exige el Real Decreto Ley (art. 5 R D Ley 8/2020), lo que se viene haciendo en lo referido anteriormente, que se supone se está manteniendo al/la futbolista bajo la disciplina de entrenamiento a distancia de la entidad y eso es, sin duda, es tiempo de trabajo efectivo.
Y otra cuestión a tener en cuenta, de cara a las autoridades que han de tomar estas decisiones, que muchas de estas entidades continúan recibiendo subvenciones de los organismos públicos y de la Real Federación Española de Fútbol de cara a su actividad deportiva. Hecho este que debieran comprobar las distintas direcciones generales de empleo de las CCAA.
Por lo que algunas entendemos que acogerse a un ERTE de fuerza mayor debe hacerse en los estrictos términos, porque de lo contrario estaríamos pervirtiendo un sistema y defraudando. Y aún más, podría acabar en procedimientos de revocación.
De ahí la necesidad de actuar con un fuerte sentido de la responsabilidad. Porque se podría dar la casuística de que a falta de taquilla ¿justificaría un ERTE de fuerza mayor siempre y cada temporada?.
Y más teniendo en cuenta que muchos de estos clubes reciben ayudas de las seguridad social, vía Consejo Superior de Deportes.
Fdo. María José López González. (Publicado en IU sports)