Vindicamos. Significa que pedimos nuestra defensa como mujeres injustamente atacadas, por escrito. El resto, se lo lleva el viento. Celebramos este 8M con las mismas ganas que todos los anteriores. No se si han tenido oportunidad de leer en prensa, seguro que sí, ese convenio que ha tenido su puesta en escena en los salones del Congreso.
Una ridícula cantidad, 12.000 euros con un contrato del 75% de las cuarenta horas semanales para poner de salario a la Primera División Femenina de fútbol. Esto es al año. No se equivoquen. Me dirán ustedes que ya tenemos convenio que celebrar. Perdonen que me ausente de la carcajada pero no del bochorno. 17 meses de señoros y alguna señora, en clara desventaja numérica, para llevarnos de la precariedad a la precariedad consensuada.
Lo celebramos como si no hubiéramos estado viendo los millones de euros que se están poniendo en juego. Las peleas por los derechos de emisión donde la federación ha salido mal parada de esta lenta y agónica negociación. Rubiales tendrá que esforzarse y mucho si quiere volver a recuperar su brillo…, o si las elecciones lo relegan a ser otro candidato a patada adelante y recogedor de favores.
Mientras, nosotras, las mujeres, seguimos en las mismas. El fútbol tendrá su convenio para este año y las jugadoras podrán ganar los atrasos de un año. Pero no hemos dado ningún golpe de mando. Ni AFE se ha consolidado como el ganador de unos derechos en igualdad para las futbolistas. Lo peor de todo, es que todo sigue igual. O peor. Porque las razones de nuestras exigencias siguen intactas. Y si esto pasa en el deporte reina, no sé si me dan estas líneas para hablar del resto de las disciplinas y de las miles de familias que continúan gastando sus ahorros en pos de una medalla.
Revindicaremos nuestro derecho a seguir golpeando puertas y gobiernos hasta que la realidad sea palpable. Y no a dejar caer jugadoras porque se lesionan, se embarazan o protestan. Ni entrenadoras, ni directivas, ni psicólogas o periodistas. No pararemos hasta que tengamos los derechos que nos corresponden. No queremos seguir en esta precariedad económica y esta visibilidad irreal. Cada vez hay menos mujeres que quieren hacer la carrera deportiva. ¿No saben por qué de este abandono?
Se lo diré. Por que seguimos sin estar consideradas. Seguimos entrenando en las esquinas de los polideportivos. Seguimos con menos de un 14% de representación en el tejido federativo. Seguimos viendo cachorros de la liga, vistiendo de traje caro y llevando relojes de fardar a costa de nuestras nóminas.
Y miren el informativo de la RTVE. Esa que pagamos a pachas y que no nos representa. ¿Dónde están las mujeres deportistas? Por eso, este 8M2020 seguiremos gritando que la mitad de todo, es nuestro. Y ustedes, que están mirando ajenos a nuestras súplicas, no sé qué mas decirles. Se debe estar muy cómodo en esa torre, viendo como la desigualdad no parece que moja los talones. Privilegios le llaman. Patriarcado, es.
Seguiremos peleando por cambiar las reglas del juego. Por exigir a las instituciones que nos traigan la igualdad prometida. Y ya puestas, que nos los traiga con todos los objetivos de la agenda 2030. Porque sí que pensamos que queremos nuestros derechos y los del planeta. Básicamente por que no tenemos otro. Y en este contexto, si no actuamos como un equipo, no vamos a salir bien parados. Dense una vuelta por los titulares internacionales y miren la política internacional. O la local, donde las mujeres aparecen muertas, asesinadas por parejas o ajenos, que les cuesta más barato una droga para violar entre colegas, que una educación sexual y afectiva.
Sigo mirando gestos de mujeres que me inspiran. Y creo que es el momento de seguir saliendo a las calles. A llevar nuestra voz. Y a aprender de todas. Gracias Ada Hegerberg por llevarte el balón de oro y desistir de jugar en el mundial porque muchas compañeras estaban en precario. Nos vemos en las calles y en los estadios. Este 8M, seguimos golpeando la desigualdad.