Lo que estamos haciendo es blanquear a Arabia Saudí a golpe de talonario, así de rotunda contestó nuestra presidenta Mar Mas a la llamada de la periodista Marisa Kohan del diario Público, cuando llamó a la AMDP para saber que opinábamos de jugar la supercopa en Arabia Saudí
No tiene tradición. Sus equipos no son conocidos internacionalmente y probablemente nadie fuera del país pueda nombrar un sólo jugador de su liga de fútbol. Sin embargo, Arabia Saudí, un país mundialmente conocido por la obscena riqueza de sus dirigentes y por su sistemática violación de los derechos humanos, se está convirtiendo en un actor clave en el fútbol internacional. Un hecho que muchas voces relacionan con un intento de «lavado de cara» que el régimen está llevando a cabo en connivencia con los clubes y con las federaciones de algunos países conocidos como potencias en este deporte.
El último escándalo tiene su epicentro en nuestro país. La intención de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) de celebrar la Supuercopa de España en enero de 2019 en Arabia Saudí, ha levantado una tremenda polvareda de recelos y críticas que abarcan desde organizaciones feministas, pasando por asociaciones profesionales y acabando en el Gobierno en funciones.
El pasado viernes, tras el Consejo de Ministros, la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, respondía a una pregunta de este diario sobre el tema afirmando que «defendemos la igualdad de las mujeres y de los hombres y la igualdad de género, la llevamos en nuestro programa», pero sin aclarar si el ejecutivo tiene poder de decisión en este asunto.
Si bien la Federación afirma que la decisión aún no está tomada y que hay otras opciones sobre la mesa, todo el mundo da por sentado que Arabia Saudí es, en realidad, su opción preferida y hasta se ha filtrado la posible cifra del acuerdo: 30 millones de euros a repartir entre la propia RFEF y los cuatro clubes (F.C. Barcelona, Real Madrid, Atlético de Madrid y Valencia).
La lista de violaciones de derechos en Arabia Saudí es extensa, pero entre las que más polémica suscitan, figura el hecho de que se pueda jugar un campeonato de fútbol en un país que prohíbe los derechos de las mujeres, incluso a ir a los partidos. Si bien desde hace unos meses las leyes permiten su presencia en los estadios de fútbol, sólo pueden acceder a ellos si son acompañada por un varón y deben permanecer en un lugar específico, apartadas de los hombres.
La tutela de las mujeres en el país árabe es prácticamente total. Tras intensas protestas protagonizadas por las mujeres, se les permitió sacarse el carnet y conducir vehículos, pero se les sigue prohibiendo trabajar por un salario, estudiar o salir del país si no es con la autorización de un hombre de la familia, entre otras cosas. Casi todas las esferas de su vida deben ser aprobadas o acompañadas por un varón.
Tal como denuncia Amnistía Internacional, muchas activistas por los derechos humanos y los derechos de las mujeres han sido encarceladas en las amplias redadas llevadas a cabo en 2018, de las cuales un gran número permanecen en prisión sin cargos, otras han sido sentenciadas a muchos años de cárcel y algunas han denunciado haber sido violadas y agredidas sexualmente en cautiverio.
A estas violaciones de derechos hay que sumar una amplia lista de atentados contra la libertad de expresión, que ha acabado con la vida de periodistas y activistas (hace ahora un año que el periodista Jamal Khashaggi fue asesinado en el consulado de Arabia Saudí en Estambul, sin que el crimen haya sido resuelto).
Prohibición o llamada al boicot
Desde la Asociación para Mujeres en el Deporte Profesional (AMDP) son tajantes al exigir que bajo ningún concepto los partidos tengan lugar en país árabe. «Lo que estamos haciendo es blanquear a Arabia Saudí a golpe de talonario«, afirma su presidenta Mar Mas. «Que el deporte y que la Federación de Fútbol no contemple los derechos humanos ni los derechos de las mujeres es una vergüenza. Como país y como federación».
«Lo que hace la Federación es perpetuar la discriminación. En lugar de trabajar por la igualdad. Si la propuesta fuera hacer la SuperCopa allí y que se acordara que vamos a llevar a una árbitra, a las tres entrenadoras que tenemos, a las liniers y una representación paritaria del equipo técnico, sería fantástico. Pero esto no es así», se lamenta Mas.