Cada mes, nuestra presidenta Mar Mas, escribe en este espacio de opinión en EL CORREO. Este mes sobre la ingenuidad de que todo se arreglará aunque no hagas nada.
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¿Alguien tiene resaca electoral? Quien más y quién menos está de celebración o de ansiolíticos. Han sido hasta el final, unas elecciones que han mantenido en interés y los marcadores como en un gran torneo. Mucha gente comprometida con la política aparece, se acuchilla o se inmola. Mucho espectáculo y calculadora que nos depara un ejercicio de equilibrios para llevar el rumbo de Europa y España y un planeta que nos acoge.
Pero… ¿qué ha pasado con esa gran cantidad de gente que no ha hecho nada? No consideraban interesante los próximos cuatro años con la que está cayendo. Van a lo suyo. Siempre es más importante su viaje, su proyecto o su ego. En el deporte pasa igual. Tenemos muchas quejas de mujeres y hombres que ven cómo sus derechos están en entredicho o nunca han estado. Y sólo preguntan por el que hay de lo mío.
El mío, es el problema que me interesa. No lo entenderemos pero están muy centrados en el mí, que lo de votar debe ser tan ajeno, que ¿para qué votar? ¿Les da igual quién lleve perpetuándose en su puesto federativo o que no tengan las ganas, valor y osadía para poner sobre la mesa una huelga de verdad? Estos días me acuerdo de mujeres como Ada Hegerberg, que no ha querido ir a Francia como protesta por la discriminación de las mujeres. Un gesto que la honra y que cae en un espacio repleto de egos y vagas promesas de que tendremos una ley y un convenio.
Mientras, las máquinas de hacer dinero continúan buscando más madera para quemar sin importar los bosques. La vida se nos pasa, sin salarios decentes, sin poder tener una vida profesional, sin tener una vida que salga del ego y se transforme en un cambio donde las mujeres seamos el 50% de una sociedad. El ‘por todas y para todas’ de algunas choca con el de yo no hago nada. Y eso, bien lo saben algunos, es el espacio perfecto para poder tener a la perdiz en perpetuo mareo.
Hace falta más coraje y empatía. Si esperan que vengan algunos a darles su trozo de poder, es que no han entendido todavía la adicción al azúcar. Sigamos peleando algunas y otras, esperen a que alguien haga su trabajo en ese espacio que han dejado de hacer nada. El deporte, como resonante de la vida, nos lleva diciendo muchos años que nosotras no contamos como iguales. Mientras la vida nos pasa, habrá bandos. Los de hacer o los de no va conmigo.
Yo seguiré sobre el lado de las que quieren pelear. De la juventud que cada viernes se ponen en pié para que su futuro no sea una emergencia climática perpetua. De aquellas que piensan que las bombas no son nuestro mejor invento, y que los rescates en el Mediterráneo nunca deberían de haberse parado. Nunca.
Seguiremos peleando por cada medalla, y celebrando a aquellas deportistas que no tienen ni país, y porque aquellas que sí lo tienen nunca tengan que abandonar su carrera deportiva por querer conciliar con la maternidad, su opción sexual, o poder pagar el alquiler. Habrá muchas y muchos que no hacen nada… pero no seremos nosotras.